A mi amiga y enemiga SOLEDAD, mi actual compañera.
Que me ofreces tu mano, hasta en los momentos que me siento más vulnerable y sola.
A ti que siempre me acompañas, y yo no siempre te lo agradezco. No siempre soy capaz de verte más allá de cómo te juzgo.
También tengo otros compañeros de vida, SOLEDAD, personas que, aunque no caminan por mi mismo sendero, están, aunque no pueda tocarlos o verlos.
Pero tú, SOLEDAD, siempre estás en mi realidad, en mi mismo sendero, sobre todo desde hace algún tiempo, a veces demasiado.
Osho hablaba de la diferencia entre soledad y desolación. Aunque no existe ninguna diferencia, solo mi idea, solo su idea, solo una idea.
Quizá fui yo quién te eligió a ti de compañera, o quizá no, fuiste tú quién se acercó, eso yo no lo sé, posiblemente no es importante saberlo.
A veces intento refugiarme de ti, SOLEDAD, pero sigues arraiga de forma indivisible, adherida a mí como si fuéramos uno solo. Uno solo, soledad… Tú y yo mano a mano. Y no siempre te lo agradezco.
Hoy quiero hacerlo, darte las gracias, solo, SOLEDAD, por no soltarme. Y sin embargo te quiero fuera de mi vida, a veces. Eres compañera leal, aunque mi mente me diga que eres terca, incluso necia.
A veces no vienes sola, SOLEDAD, te traes contigo a tristeza y otras veces traes a alegría… Pero ellas solo vienen de paso, van y vienen, nunca para quedarse, solo vienen de visita. Pero tú siempre estás conmigo, incluso cuando estoy rodeada de gente.
Esta es mi forma de darte las gracias, solo, SOLEDAD, por brindarme tu abrazo: El reconocimiento de que eres total y pura presencia para conmigo… Sin importarte mi opinión.
Quizá en algún momento, SOLEDAD, solo vengas de visita a verme. Quizá algún día te marches de mi lado… Pero ahora sé que siempre que necesite estarás ahí para darme tu abrazo, dentro de mí.
Porque solo, SOLEDAD, tú y yo somos uno, mano a mano.
(Rocío Martín Villegas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario