Un día conocí a un hombre; grande, fuerte, con una mirada profunda, tierna y terrorífica. Cuando se acercó hasta a mí, pude ver en sus ojos el infinito, la antigüedad más allá de la historia de la humanidad, más incluso de lo que el hombre conoce, dormitaba en sus iris.
Se creó entre mi corazón y el suyo una soga invisible y robusta que nos unió sin piedad. Al encontrarse nuestras miradas se tejió un lazo entre los dos.
Este hombre un día se marcho, solo estaba de paso, no tenía intención de volver tampoco ¿O sí? Y parecía que todo aquello se esfumaría. ¿Quizá fue una ilusión lo que sentí? ¿Este era el final?
¡No! Esto solo fue el comienzo de la historia de dos corazones y una mazmorra.
Un día decidí conocer un poco más mi sentir, y aunque algo me dijera que por ahí no, fui. No sabía si era mi condicionamiento o bien mi intuición, así que decidí experimentar, yendo en busca de aquellos ojos.
Viaje muchos kilómetros hasta que por fin llegué a aquel lugar mágico y oscuro. Lugar de conjuros y druidas. …Y de nuevo en la mirada de aquel hombre todos los colores del arcoíris e incluso colores que jamás había visto se mostraban ante mí, dejándome muda.
...Me llevó en su carruaje verde musgo, hasta su guarida en mitad del bosque. Una casa antigua y misteriosa. Cuando llegué: ¡¡¡Guau!!! ¡Alrededor de la casa todo era vida! ¡La hierba era tan alta que me cubría las rodillas! ¡Bello y salvaje!. Y esa casa, y ese hombre, y ese lugar eran la vida, y eran la muerte, aunque en ese momento solo lo intuía. Flores coloridas, hierba y tierra, conversaciones de pájaros, rodeaban la casa descolorida.
El cielo tenía un color tan puro y transparente que mirarlo me producía sensaciones jamás sentidas o conocidas. Los árboles, los pájaros, el aire... ¡Todo era asombroso!. Todo era magnético y hechizante, todo era tan extraño...
Más allá del colorido, del brillo, existía un reflejo en blanco y negro intenso que a veces se hacía muy presente. ¿Una sombra oscura y fría moraba allí o quizá era todo lo mismo?.
Sin que pudiera casi notar, una fuerza me atrapaba, firme pero tan sutil a la vez, que casi era imperceptible. Y suavemente me arrastraba a la profundidad de lo más oscuro e invisible y recóndito de sí, sin piedad.
¡¡Aquella casa tenía una energía posesiva!! ¡¡Estaba viva!! Me arrastraba y me abrazaba tan fuerte que a veces me faltaba el aire. Cuando creía que no podía respirar, entonces ella me ofrecía su soplo y de nuevo mis pulmones se llenaban de aire. Y así me alimentaba día tras día, noche tras noche con su aliento.
Dentro de este mágico y enigmático lugar, todo era oscuridad, pero también me sentía protegía y cuidaba. Y yo… Cocinaba en aquella vieja y sucia cocina, grandes ollas de amor. También hacia mermelada con las frutas que yo misma recogía. Recorría cada rincón, pisando aquellos tablones de madera carcomida y combada con mis pies descalzos. Y bailaba para ella, con ella. La limpiaba, la cuidaba y le ofrecía mi sonrisa. Pero ella parecía seguir en blanco y negro, desconfiaba... Me poseía... Oscuridad!
Más allá de sus cristales; finos, rotos y pequeños que apenas eran soportados por marcos de madera ya muy viejos y marrones, con muchas capas de pintura, existía un mundo de color tan increíble… ¡MADRE MÍA!!.
Un día casi recién llegada, una gatita blanca y negra que habitaba en ese lugar, llamada Gota, tuvo cachorros. Era una preciosa y menuda gatita, con un pelaje largo que formaba una especie de estola alrededor de su cuello. En invierno le crecía el pelaje como para ofrecerle su abrigo. Parecía una actriz de los años 20, tan elegante... Inteligente y lista como nadie. Buena cazadora y escurridiza. Brincaba por aquellas tierras mostrando su conocimiento de cada rincón.
Tuvo varios cachorritos, cinco creo. Uno de los cachorros recién nacidos murió en mis brazos, mientras intentaba ofrecerle calor con una mantita… Su vida se escurrió entre mis dedos. Todo era muerte en aquel lugar, muerte y vida. Aunque aquí aun solo lo intuía.
Entre los que sobrevivieron estaba Bravo, así lo llame. Un gatito curioso, del que me hice gran amiga; y dado que era muy espabilado y de alma inquieta, valiente, ansioso de experimentarlo todo, le llamé Bravo. El resto de cachorros fueron devorados poco tiempo después por algún animal, todos fallecieron excepto Bravo. Muerte y vida, ¡¡¡MUERTE Y VIDA!!!.
A los pocos días de mi llegada y tras morir el primero de los cachorros de Gota. Libre, un perro noble, que así se llamaba; fuerte, aunque algo triste y aburrido, de aspecto cansado y mirada profunda, también murió a mis pies. De nuevo la muerte y la vida a mis pies en aquel lugar. Libre, muchas veces intentaba comunicarme un mensaje con la mirada; ¡MENSAJE RECIBIDO CAMPEÓN, HICE LO QUE PUDE! ¡¡GRACIAS!!
Aquel hombre de larga cabellera y enormes entradas, con aspecto de bárbaro medieval y yo, fuimos juntos a enterrar a Libre. Me llevó hasta un lugar, que ya había conocido anteriormente, en el que a las orillas del río escribíamos poemas de amor sin sentido. Era un lugar tan espectacular como todos los paisajes que esa tierra me ofrecía. Fuimos en su carruaje; acogedor, cómodo, oscuro, e inquietante, en la que no era la primera vez que viajaba, como todo lo que rodeaba a aquel hombre. El lugar dónde enterró a Libre era muy bello. Al ser de noche estaba oscuro y las estrellas brillaban más y más, como si quisieran alumbrar cada escondrijo de la oscuridad. Quizá estaban alumbrando el camino hacia la luz para que el alma de aquel noble perro pudiera encontrarlo.
El río de aguas brillantes, corría como sonriendo, y se escuchaba su paso entre el soplo de la brisa. En él se reflejaba la luna que me deslumbraba, y el sonido de sus aguas me ofrecía paz y eternidad.
Fue un momento extraño, triste, pero no desolador, vacío y a la vez tenebroso. Una sensación de soledad extraña. Como todo en aquel sitio. Siempre la soledad y la compañía me perseguían.
Sin apenas darme cuenta, llegó el día en que el abrazo asfixiante que me ofrecía la casa, no me dejaba sin aliento. Ya no necesitaba su soplo de oxígeno, ya no se contraían mis pulmones por su abrazo. Sino que cuando yo respiraba, la casa respiraba, eramos uno. ¡La casa y yo eramos uno! ¡Cómo si me hubiera absorbido! Y entonces lo vi muy claro... Aquel hombre y la casa eran uno, siempre lo fueron.
Ahora, cuando yo respiraba, respiraba la casa y respiraba el hombre. ¡Los tres eramos uno!.
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Tarot de Osho |
Nos convertimos en una sola respiración. Cuando me sentía débil como si mis fuerzas fueran arrebatadas por el misterio, por esa energía brillante y oscura que ahora también era yo, cuando mi sonrisa desfallecía exhausta... Me asomaba y a través de los cristales el paisaje de luz y magia me ofrecía su caricia insuflándome fuerzas nuevas. O simplemente miraba a los ojos de aquel hombre y sus infinitos destellos me resucitaban, pero no siempre me miraba.
Cuando miraba aquel hombre, sentía miedo, y seguridad a la vez: ¡¿Cómo es posible si son opuestos?! Porque él era TODO: VIDA Y MUERTE, LUZ Y OSCURIDAD, BELLEZA Y FEALDAD, AMOR Y MIEDO ¡¡TODO!!
Al poco tiempo una semilla germinó en mi vientre. El fruto de la luz y la oscuridad crecía en mi interior. Pero también murió. Un día dejó de latír… ¡Todo moría!! ¡¡Todo nacía!! ¡¡Que extraño!!
El frío oscuro e inerte invierno era sucedido repentinamente por la primavera y de nuevo todo se llenaba de vida y color. Y las flores crecían tan rápido que era perceptible para el ojo humano. El otoño enviaba los atardeceres; azules y naranjas más hermosos que jamás había visto. El verano abrasador a través de los rayos del sol me cubría de confianza y alegría. Todo era indescriptible; fantástico y tenebroso, como en una película de Tim Burton.
Un día me marché recorriendo muchos kilómetros, alejándome de lo que yo ahora ya era indivisible, ¿o no? …Con intención de volver… Y descubrí que la puerta siempre estuvo abierta, siempre había podido cruzarla para marcharme. Pero no quería irme. Y cuándo me fui quería regresar.
Aquel hombre me instigaba, aquella energía me abrumaba, la casa me observaba, la semilla de vientre se había marchitado. Ya lejos, desconcertada y conmovida. Busqué caricias… Y así fue como traicioné a las creencias de aquel hombre. No traicioné su confianza, solo traicioné sus creencias sobre la confianza. Pero se enfadó tanto tanto por mi partida, que no me creía digna de él. Y en mi regreso sufrí el destierro. Fui desterrada sin compasión de aquella tierra… Repitiéndose parte de la historia de Lilith. Solo el principio de la historia…
Al partir, mientras me alejaba, aquella soga que unía firmemente el corazón de aquel hombre y el mío, empezó a tensarse más y más y más y más, y me dolía. Y entonces aquel hombre tiró fuertemente y partiéndome el corazón en dos. Se llevó una mitad a los más oscuro y recóndito del mundo de la sombra sin clemencia; entre alaridos de dolor y furia y lo enterró junto al suyo en una mazmorra fría y húmeda.
Un día recibí una carta del hombre, no hace mucho, en la que me decía que Bravo, el gatito amigo mío, había muerto. TODO ERA MUERTE Y VIDA. Incluso en mi lejanía.
Quizá, ya no late la mitad de mi corazón, quizá también murió. Pero… ¿sabes? A veces me parece escucharlo… Sí, a veces siento como esa mitad de mi corazón late, puedo escuchar su música. Pero está tan lejos… A penas un susurro me llega de vez en cuando; un latido débil, lejano… No puedo verlo, ni tocarlo. ¡Quizá aunque solo sea una posibilidad remota, pero quizá todavía vive!. ¡Quizá todavía late!. …Y quizá solo quizá, algún día encuentre el camino de regreso a casa hasta mi pecho.
Aunque solo sea una posibilidad remota… Siempre estaré esperándolo. Yo no puedo ir en su busca… El destierro es mi pena, y aquellas puertas se cerraron para siempre, ya no puedo cruzarlas. Lo he intentado tantas veces, tantasss. Quizá nunca estuve dentro realmente de esa casa. Solo fue una ilusión, porque ella me poseía desconfiada. Nunca confió en mí, no llegó a verme...
¡¡¡Puede ser que la mitad de mi corazón, se sienta perdido!!! …Pero seguro si escucha con atención y va más allá del ruido, de los alaridos de furia y dolor que rebotan sin compasión entre las paredes de su jaula, podrá sentir que siempre estoy y estaré esperando su regreso. Y si gira su mirada podrá ver que junto a él, vive el corazón de aquel hombre, que no está solo. ¡No estás solo! ¡Solo estás herido!.
Ahora mi mitad de corazón, la que habita en mi pecho, late cada día más fuerte para que se pueda escuchar su música en todo el universo. Para mostrarle a la parte que me fue arrancada el camino de regreso a casa. Quizá lo escuche y pueda volver.
Aquel hombre también enterró su corazón junto a la parte del mío. Mi mitad que allí mora y su corazón están tan cerca de él… tanto, tanto… ¿Es que no los ve? ¿Es que no los oye?
Siempre amaré a este SER que ES TODO: MUERTE Y VIDA, LUZ Y OSCURIDAD, BELLEZA Y FEALDAD… AMÁNDOME. Quizá algún día escuche él también el latido de su corazón y recuerde que aun guarda la mitad del mío, o quizá no lo haya olvidado. ¿Quién sabe? Y puede ser que sea él en persona quién me lo devuelva. Quizá solo él puede liberarlo. ¿Quién sabe? Quizá un día la compasión de su enorme corazón pueda curar la herida.
Yo una vez y aun me parece escucharlo, oí el latido noble y bondadoso del corazón de aquel hombre. ¡¡Quizá murió!! Aunque algo me dice que está vivo y aun late, también a veces creo oírlo…
Solo si su corazón desviara la vista hacia un lado, podría ver la mitad del mío que me fue arrebatada. No está solo en su encierro. ¡¡No estás solo corazón noble!! ¡¡Ni olvidado yo te recuerdo!!
Solo sigo esperando a que quizá, alguna posibilidad, la que sea, sea la única posibilidad. Y cómo ayer escribí quizá, solo el quizá, sea lo único probable.
…Y mientras… más allá de mi dolor, AMO: a aquella casa, a aquel lugar, a la sombra, a la nobleza, a TODO, a lo que ES… y así mantengo viva mi maltrecha mitad de corazón que aun habita en mi pecho. Quizá mi AMOR sea quién mantiene vivo a mi corazón completo y al suyo. ¿Quién sabe?...
…Y mientras... Espero que algún quizá, sea: LA POSIBILIDAD…
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