Y de nuevo… un nuevo día para compartir.
Ayer tuve una experiencia que mientras la viví me parecía completamente surrealista, y aun ahora, así la interpreto, y aun y cuando brotaban juicios de mi coquito en esos momentos, pude observar todo lo que sucedía a mi alrededor y a mí, incluso a mis juicios. ¿Y qué me aportó? ¿Pude estar en contacto con mi corazón?
En otras ocasiones he escrito sobre esto, y aunque algunos apuntan y predican que para la observación es importante acallar la mente, mi experiencia me muestra que no es necesario. Sino que mi consciencia pone luz dónde mira independientemente de lo que mi mente esté pensando. Y que mágicamente poniendo luz, todo es posible que cambie o al menos algunas cosas...
Ayer una amiga me escribió un mensaje en el que dice lo siguiente: “Es difícil observarse sin que influya el ego pero es la mejor vida que podemos crear”. Me doy cuenta que la influencia del ego es en todo, en nuestro plano físico, porque habitamos en un cuerpo-mente, en un animal y esa influencia se manifiesta en nuestro día a día, es inevitable y maravilloso. Pero una cosa es que el ego se manifieste e influya en mi día a día y otra muy diferente no poder observarlo. Igual que mi ego influye en mi día a día, la observación influye sobre algunos aspectos de mi ego, pero… ¿Cómo? ¿Y sobre qué aspectos?.
Muchos dicen y predican eso de, “hay que matar al ego”, y me doy cuenta que esto es una idea, un pensamiento, por tanto y sin duda, nacido del propio ego; porque la consciencia, el SER, no necesita matar para ESTAR. Pero no quiero crear debate sino compartir mi observarme, así que no voy a escribir cómo juzgo esto, ni de mis ideas al respecto, sino directamente de mi experiencia.
Anoche tras pasar una velada fantástica rodeada de personas maravillosas, me marché hacia la parada del autobús para regresar a casa y empecé a sentir miedo. Sí, porque me di cuenta que no llevaba dinero para un taxi y no sabía si algún autobús me dejaba cerca de casa. Tampoco tenía mucha batería en el móvil. Estaba lejos de casa, sola, y era muy tarde. Estaba intranquila. Pude darme cuenta como a partir, y ojo, no es que yo crea que tengo poderes paranormales, de este sentimiento de miedo, se empezó crear una realidad a mi alrededor totalmente absurda, desconcertante, y surrealista, de la que formé parte. Sé que en estas pocas frases he utilizado muchos juicios; absurda, lejos, muy tarde, desconcertante, surrealista, e incluso la palabra mucho, etc… Pero así es como lo interpreté e interpreto.
Al fin llegó un autobús y dado que no sabía si paraba cerca de casa le pregunté al conductor, y aunque no respondió de forma clara y concisa entendí que sí, al menos no muy lejos. Una vez montada en el autobús, seguía inquieta, el conductor conducía dando frenazos y de una forma tanto temeraria, tomaba las curvas tan violentamente que hasta un chico se cayó al suelo.
Decidí volver pasados unos minutos a preguntarle de nuevo al conductor para que me concretara exactamente dónde paraba, no me quedaba claro en qué parada me convenía bajar y no quería que se me pasara. Estuve incluso pensando en decirle que por favor condujera con más cuidado, pero no tuve tiempo, todo se giró. Cuando le pregunté había detenido el autobús en una parada y aunque abrió las puertas traseras para que bajara gente, no abrió la de entrada. Yo no había reparado en esto, y de pronto un chico que estaba sentado en los asientos de delante, le golpeó en una de las ventanas y le gritó: “¡Eh que hay gente en la parada y no has abierto la puerta, antes también lo hiciste!”. El conductor detuvo el motor del vehículo y se enzarzaron en una discusión. Entonces el chico le dijo de buenas formas, que conducía de una forma brusca, que lo había visto hablando por el móvil mientras conducía y que llevaba la música muy alta, y que no olvidara que llevaba vidas bajo su responsabilidad. Bueno lo dijo con sus palabras, claro, pero el mensaje era algo así. Y el conductor le gritó: “¡Me estás faltando al respeto y no tienes que decirme como hacer mi trabajo, y hasta que no te bajes no continúo la ruta!”.
El autobús iba lleno, completo, de hecho muchos íbamos de pie. Muchos empezaron a gritar al conductor. La mayoría decían: “Vengo de trabajar muchas horas y lo único que quiero es llegar a casa, he pagado mi billete y tengo derecho a que sigas la ruta”. Más o menos eso le decían. Y al chico le decían que se callara. Pero el conductor se negó a continuar, incluso cuando el chico se calló.
Una chica decidió llamar a la policía porque el conductor no continuaba con el trayecto. Así que pasados largos minutos, vino la policía mientras casi todos gritaban a la vez. Yo tenía miedo y pensaba: “¡Madre mía esto es surrealista! ¿Cómo se líen a tortas qué?” Tenía miedo por mi integridad física. Y alguna vez intervine intentando calmar los ánimos de todos, pero no me escuchaban. Yo tenía miedo y éste no me impedía la observación y darme cuenta de la influencia que ejercía en la realidad que se estaba creando y en mi interpretación sobre lo acontecido. Gracias a mi miedo no me enzarcé yo también, lo escuché y me decía, calma. Esta situación no necesita más leña.
Pasaban los minutos e incluso otro autobús de la misma línea nos adelantó, y cuando nos alcanzaron los pasajeros nos miraban a través de las ventanas, con gesto de desconcierto, pero no se detuvieron, ni siquiera para recoger a las personas que seguían en la parada esperando esa línea alucinando sin entender nada de lo que estaba pasando.
No fue la única discusión que hubo dentro del autobús ni la única vez que detuvo el conductor el autobús negándose a continuar. Algunos cuando bajaban en sus paradas, arremetían contra el autobús; a patadas, tirando piedras y hasta voló una botella de agua que reventó contra la luna del autobús. Un hombre incluso amenazó de muerte al conductor, que otra vez detuvo el autobús negándose a continuar con el trayecto.
Cuando nos acercábamos a mi parada la solicité. Tres hombres más se acercaron a la puerta para bajar también en la misma. Yo pensaba: “Bueno ya está, llevo más de hora y media para un trayecto de 30 minutos, pero ya está”. Y para mi sorpresa, el conductor se la pasó. ¡¿Cómo?! ¡No me lo podía creer! Se había pasado la parada y le volvieron a gritar y a insultar.
Paró en la siguiente parada. Cuando bajamos uno de los hombres se enzarzó también a patadas contra el autobús mientras insultaba al conductor gritando.
La parada siguiente, está en plena Gran Vía, en un barrio conflictivo. Era de noche, estaba sola, no tenía acceso cercano para cruzar la Gran Vía, yo vivo al otro lado de dónde para en este caso el autobús… Por la calle solitaria, una parte de mí, no daba crédito a lo acontecido, mientras mi consciencia observaba y otra parte de mí, de alguna manera comprendía que yo era también responsable de que así hubiera sido.
Me di cuenta qué mi miedo y mis pensamientos influyeron en la realidad que se creó, no solo en cómo la interpreté y la interpreto, sino en lo que se creó. Mirando hacía mi interior y hacia afuera: Me di cuenta de cómo de alguna forma todos vibrábamos en la misma o parecida sintonía y por eso nos encontramos. Me di cuenta que con un simple gracias por parte del conductor hacia el joven que le avisó que no había abierto las puertas a las personas que esperaban el autobús, todo hubiera sido diferente. Me di cuenta como algunos aprovechaban la situación para sacar su frustración personal y arremeter sin causa para desahogo personal. Me observar... nos nos transforma: pensamiento y actos. Me di cuenta de mi respiración en todo momento y de todas las sensaciones de mi cuerpo. De mis pensamientos, sentimientos... etc… etc…
Esto me ha ofrecido una gran lección y es la siguiente: El ego no es posible matarlo, puesto que el ego me ayuda a la supervivencia en este plano físico. Pero sí es posible tomar consciencia y reconducir algunos aspectos de éste. Es decir, poner luz no solo a mi pensamientos que proyecta mi mente, sino también a mi corazón: qué tiene sentido para él, y a partir de aquí transformar mi pensamiento, proyectar de forma constructiva no destructiva. Pero no dejar de pensar cuando camino por la vida, y tampoco apartar ese sentimiento de supervivencia que tengo por el mero hecho de habitar en un cuerpo-mente. Pero, repito, sí transformar la forma instintiva en la que mi ego puede defender su vida. O diciéndolo de otra forma, evitar la reacción inconsciente. Tomando en cuenta no solo mi vida sino LA VIDA.
Así que a lo que me comenta mi amiga: “Es difícil observarse sin que influya el ego pero es la mejor vida que podemos crear”. Es posible observarse, a pesar del ego, para transformar nuestros pensamientos y crear una realidad desde el corazón.
Yo ayer no fui capaz de transformar la realidad de otros, desde el corazón, pero de alguna la mía sí, al menos una pequeña parte de mi realidad, que por otro lado no subestimo; dejar de lado si tenía razón o no, para reaccionar, y no enzarzarme contra nada ni nadie. Y agradezco haberlo vivido así, porque ha sido la forma de grabar en cada una de mis células esta gran lección que ya conocía. En esta situación concreta no dejé de tener miedo, pero el miedo no sobresalió por encima de mi consciencia.
El camino de la consciencia no es llegar y ya, es poner atención, que no estar alerta, como algunos dicen, sino despiertos, en cada paso que damos. Poner luz es observar objetivamente sin juzgar mis propios juicios y ver en totalidad a mi SER. Escuchar mi corazón es estar en contacto con el amor y el sentido de la vida y mi mente es una herramienta que está a disposición; desde aquí la realidad que deseo dejaría de ser utópica.
¿Quién tiene razón? Cada uno, desde ese tú y ese yo, tiene su razón. Pero es que en el corazón y desde la consciencia, la razón es única para todos. Porque entre tu corazón y el mío no existen diferencias, ni tampoco existe un tú y yo, ni un tuyo y un mío.
Y ahora te pregunto: ¿Qué tiene sentido para tu corazón?
Una cosa es que mi cuerpo-mente quiera sobrevivir e incluso perpetuar su existencia en este plano físico, de ahí el ego y su importancia, y otra cosa es que olvide o no sea capaz de ver que más allá de este mundo físico, existe la VERDAD: que solo existe un SER que habita en todo y respetar LA VIDA.
Yo solo soy responsable de mi pequeña parcela, puesto que en este plano físico, mi piel me separa de tu cuerpo y tu mente y de lo material e incluso del viento. Pero no olvido que mi pequeño granito puede transformar el mundo que conocemos. Yo decido seguir en contacto con mi corazón a pesar, incluso del miedo a la muerte, y quién sabe, quizá esa realidad ahora aparentemente utópica, esté más cerca...
El pensamiento crea la realidad que vivimos; las situaciones, los contextos, todo este mundo físico. Eso lo sabemos, ¿y ahora qué?… Simple, pues que si impulso un nuevo pensamiento desde mi corazón, es decir estando en contacto con esa parte en la te reconozco dentro de mí, imagina qué mundo tan maravilloso podemos crear juntos. ¡¡POR UN MUNDO COMO TE MERECES Y COMO ME MEREZCO!!
Y hoy este es mi compartir, como siempre… mientras… me sigo observando.
Aprovecho para hacerte saber que estamos organizando un encuentro fantástico para celebrar, aprender, compartir, FLUYENDO, pincha aquí para ver el evento: https://www.facebook.com/events/110051812503331/
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