Claudio y la anciana: "Dónde moran las sombras"...

Una vez la anciana del pueblo donde vive Claudio, un joven algo tímido, se le acercó y le dijo;
Claudio tus sombras siempre duermen, despierta o puede ser que acaben saliendo a luz sumiéndote en un mal sueño.
Claudio no entendió lo que la anciana quería decirle y le contestó:
Anciana, mis sombras las miro de frente y no me cuesta reconocerlas en voz alta, soy cobarde, y no muy inteligente, tampoco tengo belleza, estas son mis sombras y te las muestro humildemente. La anciana lo miró sonriendo y se marchó.
A los pocos días Claudio se volvió a cruzar con la anciana y le preguntó;
¿Por qué me sonreíste de aquel modo?
La anciana lo miró y le respondió; tus sombras no son lo que crees, eso que ves es solo tu condicionamiento. Un reflejo de tu falta de humildad, y de cómo juzgas al mundo y a los otros.
Claudio se enfadó y mientras le levantaba amenazante la mano a la anciana, gritó: ¡¡Tú eres una vieja que no sabe nada de mí!! ¡¡¿¿Tú me hablas de humildad mientras me acusas de lo contrario??!!
La anciana sonriendo le dijo de nuevo con voz suave:
Despierta Claudio, tus sombras duermen, y puede ser que un día salgan a la luz sumiéndote en un mal sueño, del que no podrás despertar más… Claudio se marchó indignado.
Al cabo de una semana Claudio y la anciana se encontraron nuevamente. Esta vez intentó esquivarla, pero la anciana le preguntó con voz suave cuando llegó a su altura: ¿Claudio que es lo que más rechazas de este mundo? Claudio sonriendo de lado mientras levantaba una ceja, respondió: la falta de humildad, anciana.
Las sombras se esconden en nuestras sentencias. Mirando más allá de lo que creemos que creemos, aparecen las sombras y solo así, la luz. 

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